domingo, 31 de octubre de 2010

La legitimidad del constitucionalismo español y la lucha contra España

Hace doscientos años se reunieron en Cádiz las Cortes Españolas, un grupo de lo que llamaron “gentes notables de España”, legitimados por la Junta Central Suprema, que fue una creación en la que la burguesía y elementos de la aristocracia, tanto laica como clerical, para llenar el vacío de poder que había entre un infructuoso gobierno designado por el rey y el príncipe que abdicaron, Carlos IV y Fernando VII respectivamente. Este acto es visto por numerosos historiadores como un golpe de Estado de los liberales frente al inmovilismo aristocrático. Más que un golpe de Estado, pues no había autoridad, se llenó el vacío de poder que existía en la España borbónica, una vez que este enfrentamiento civil, entre españoles favorables al monarca Bonaparte (y sus muchos soldados franceses), los liberales y los que pretendían seguir con el ya arcaico Antiguo Régimen.

El tema de lo que llaman “Guerra de la Independencia (1808-1814)” es demasiado complejo como para empezar a describir situaciones sin dar las consiguientes explicaciones. Desde luego no fue simplemente una “Guerra”, y no fue, ni mucho menos, la “Independencia” lo que se buscaba, lo que se logró, ni lo que significó históricamente. Sin embargo aceptaremos estos términos, así como otros tantos, para no irnos por las ramas ya que este artículo pretende aportar hacia el conocimiento de la razón de existir de este constitucionalismo español, la necesidad que tiene de un monarca autoritario (o “caudillo”, como en buena parte del Siglo XX).

Empezábamos recordando que hace doscientos años se reunieron una serie de burgueses, alto clero y aristócratas para crear lo que es conocida como la primera Constitución española: La CONSTITUCIÓN DE 1812, la Pepa, la de Cádiz. El pilar básico del constitucionalismo español, como oiremos cientos de veces en la televisión, radio y prensa escrita del Régimen que, doscientos años después, ha sido y sigue siendo borbónico con anecdóticas excepciones. Profesores y doctores en Historia no cesan en su empeño de ver en esta constitución como el pilar básico del constitucionalismo español y, por ende, de la supervivencia del Estado-Nación de España. Y no les falta razón, como veremos adelante. Aunque… por mucho que les duela a algunos, no fue la primera constitución española, ya que el Estatuto de Bayona es cuatro años más antiguo.

Pero recapitulando, estos “representantes de la nación española” como se autoproclamaron, no estaban legitimados por nada. Estos eufemísticamente llamados “románticos” y “patriotas españoles” no eran otra cosa que unos “monarcas en funciones”, y a las mismas Cortes se les trataba como majestad. Estos burgueses y aristócratas no fueron electos por el pueblo o los diferentes territorios del reino borbónico (América incluida) y su fin era reinar hasta que volviera el Borbón, ese “deseado” Fernando VII. No representan a nadie, nada más que a ellos mismos y al Borbón. Eso se demuestra cuando comprobamos que, efectivamente, en 1814 vuelve el que abdicó con tanta felicidad y, con una palabra suya y el “Manifiesto de los persas” se derrumba todo lo que han creado estos constitucionalistas en cuatro años. Desde luego, sirvieron muy bien al Borbón.

Y comienza aquí el periplo del constitucionalismo español, con un rasgo característico: Hasta que no tuvo el apoyo de monarcas, no existieron estas cartas magnas. Solamente usando el vacío de poder en algún momento dado (y utilizándolo para oprimir) se ha podido establecer un sistema constitucionalista sin monarcas, y no precisamente con el apoyo del pueblo llano, sino de la burguesía y partes del clero y la aristocracia. Por decirlo en términos burgueses, en un sistema burgués español, el poder legislativo no tuvo (ni tiene hoy en día) al ejecutivo de su parte si no tiene una autoridad monárquica fuerte, exceptuando el vacío de poder en momentos puntuales como son las dos repúblicas y esta mencionada “Guerra de la Independencia”, que a su vez han servido para fortalecer a España en estos momentos frágiles.

La I República española sólo fue posible tras la debacle monárquica a la que se llegó con la llegada y marcha forzada de Amadeo I de Saboya. Tras esa llamada “Gloriosa”, que consiguió, entre otros méritos (para la burguesía y aristocracia españolistas) la victoria ante la revolución andaluza (que, el 4 de diciembre de 1868, se alzó y llevó a cabo una revolución que pretendía la libertad del pueblo andaluz, y que tuvo actividad casi en toda Andalucía hasta bien entrado 1869). Poco después de esta derrota andaluza, llegó al trono español Amadeo I, sin embargo el caos imperante hizo imposible su gobierno. Este vacío de poder, y la poca confianza que depositaba el monarca de Saboya, dieron paso a la I República. Sin sangre, sin connotación de clase… sin cambiar ni siquiera la bandera como se hizo en la II República. Tan rápido como vino, se fue, y sin muchos tumultos se dio un golpe de mano para que Alfonso XII llegara al trono, una vez que esta república tomó tintes liberalistas hacia la libre decisión de los pueblos (con constitución cantonal andaluza incluida).

Con la restitución de los Borbones se afianzó un sistema burgués que duró varias décadas sin apenas quiebras, un sistema bipartidista en el que dos monigotes se turnaban en el poder bajo el amparo del rey (y una constitución monárquica, por supuesto) y que acallaron todas las revoluciones salidas del Pueblo (excepto la de la Independencia cubana). Sólo mediante la subversión de agentes revolucionarios (destacando la labor de anarquistas) se consiguió debilitar al poder turnista, haciendo necesaria la aparición de un caudillo militar, Primo de Rivera, que llevó a cabo su dictadura con el beneplácito de, entre otros, el PSOE.

Sin embargo cuando esta dictadura perdió apoyos, tanto populares como burgueses, se derrumbó y, de nuevo ese vacío de poder, llevó a la II República. Una República que en su constitución, y a petición de Alcalá-Zamora, se denominó “de trabajadores DE TODAS LAS CLASES”. Si bien es de reconocer que en la II República española hubo un avance democrático, en educación y otros aspectos, sin duda los Pueblos que pretendían su libertad fueron acallados brutalmente con las armas. Y me refiero a las masacres de Casas Viejas o Gilena, entre otros en Andalucía (mientras estaba de presidente español el considerado “progresista” Azaña), así como la Revolución de Asturies en 1934, Independencia catalana del mismo año, etc., pasando por falsas promesas como la Reforma Agraria, que recuerdan a la traición que sufrimos los andaluces 50 años después con el PSOE en 1984. De nuevo, como vemos, este vacío de poder se hizo república para volver a legitimar a la burguesía y acallar a los pueblos y la clase trabajadora. Pero como el deseo de libertad de los pueblos no se puede acallar, tanto Cataluña como Euskadi y Galicia llegaron a conseguir sus estatutos de autonomía, y Andalucía estaba en proyecto de tener el suyo propio. Así el Estado iba desquebrajándose cada vez más. Fue después del triunfo del Frente Popular cuando la burguesía española usó al fascismo para acallar las voces de libertad (republicanos de izquierda, anarquistas, soberanistas…) y sumieron a los pueblos del Estado en una dictadura militar, con un caudillo a la cabeza, del cual hoy en día sufrimos al sucesor, Borbón de nuevo, y la bien sabida represión, en todos los sentidos, y con una España que empieza a desquebrajarse, con todo lo que ello conlleva.

Por tanto, visto lo visto, hay que considerar al poder monárquico español como un pilar en la ideología nacionalista española. Pero tengamos en cuenta: Un pilar que, en el caso de que faltara, sería suplido por la burguesía, ya sea en forma de caudillo o de una república que acalle unas cuantas voces para seguir oprimiendo a otras. Es por tanto lógico pensar que el españolismo es naturalmente reaccionario y conservador, y la lucha a llevar a cabo, para quienes pretendemos la libertad del ser humano (acabar con la opresión del hombre por el hombre) es la misma que deben llevar a cabo por la libertad de los Pueblos oprimidos: El Soberanismo Andaluz, en nuestro caso, y la lucha por una República Popular Andaluza.

F. J. R. León
Andalucía, 31/10/10

viernes, 15 de octubre de 2010

RAZONES PARA ACABAR CON LA BARBARIE TAURINA


Como paso previo a las razones que expondré me gustaría decir que pienso lógico obviar que somos abolicionistas porque estamos contra el maltrato animal, y solamente por esto es totalmente razonable pedir que se acaben los espectáculos taurinos donde sufra el animal. Pero si queremos abolir la barbarie taurina, hoy en Andalucía, debemos ser conscientes de que vivimos en una realidad concreta y responder con hechos. De esta forma seremos más coherentes, podremos reivindicar nuestras exigencias con más razones y será más fácil llegar a las capas populares del Pueblo Andaluz.

Me limitaré a dar algunas razones respecto a diferentes campos sociales mostrando las razones que defendemos y por las cuales estamos luchando hoy en día, pasando del romanticismo voluntarista a un movimiento organizado con razones de peso en cualquier aspecto de la vida cotidiana en Andalucía.

RAZONES ECOLÓGICAS:

Un gran pilar de esta reivindicación es el ecologismo. Debemos reivindicar un ecologismo consecuente, y me explico: Estamos acostumbrados a alardear, o ver alardear a todo el mundo de ser ecológicos. Sin embargo esos supuestos pensamientos no se llevan a la práctica de forma coherente: Derrochamos energía en casa, vamos al McDonalds a comer, no usamos ni reivindicamos la Soberanía Alimentaria, etc. Debemos tener una mentalidad ecológica desde que nos levantamos hasta que nos acostamos: Desde reciclar o gastar la energía mínima necesaria, hasta educar a nuestro entorno en la ecología. Por eso digo que debemos reivindicar un ecologismo consecuente. Abrir el debate en una sociedad donde se considera este tema como secundario. Entre estos puntos a concienciar, está la necesaria abolición de la tauromaquia. Más adelante tocaré de nuevo razones ecológicas.

RAZONES CULTURALES:

Para desmontar “el toreo” como “Cultura Andaluza” debemos conocer la Cultura Andaluza. No pretendo hacer una tesis doctoral ahora, pero hay que describir brevemente qué es y en qué situación está la Cultura Andaluza para abordar la situación. El cantautor andaluz Carlos Cano diría: “La canción española ni es canción ni es española: es copla y andaluza”. Esto podría resumir lo que ha pasado con la Cultura Andaluza: Nuestra historia ha sido y es cada día manipulada y ocultada, nuestras costumbres son pisoteadas y humilladas (el alegre andaluz, el vago que duerme siesta…). La humillación a nuestra Cultura llega a extremos tales como que nos dicen que nuestra forma de hablar está mal y sólo se acepta si es para hacer reír a la gente o cuando habla la “chacha analfabeta de Médico de Familia”… (Perdón por el excursus, pero: ¿Nueve millones de andaluces hablamos mal? No, perdone. Yo no hablo un mal castellano, sino un perfecto andaluz).

Con este breve resumen queda mostrado que los andaluces llegamos a desconocer nuestra Cultura, y asumimos la que nos imponen, hasta el punto de humillarnos a nosotros mismos (¿Quién no ha oído alguna vez esta frase de “bueno, es que yo soy vago porque soy andaluz…”?). Es aquí donde entra la tauromaquia: Dentro de la cultura impuesta y manipulada de lo que es Andalucía, la tauromaquia es un pilar, siendo Andalucía como dicen desde el conservadurismo “la región más española de todas” (Claro, si España es “sevillanas, toros y olé”, dudo que los cántabros se identifiquen con tales cosas más que los andaluces).

No se me olvidará hablar en este apartado sobre la “cultura” que nos han arraigado a los andaluces y andaluzas del, irónicamente, “bello arte de matar animales”. Y es que entre la cultura andaluza parece que tener la cabeza de un toro colgada en un bar le da más categoría, pero no menos, supongo, que asesinar un lince con una escopeta. Y es que el 80% de los linces necropsiados en nuestra tierra tienen restos de munición en su cuerpo. Por ello nuestra labor es concienciar, más y más, a la sociedad andaluza, pero también denunciar estos hechos.

RAZONES ECONÓMICAS:

Hay muchas razones para acabar con la tauromaquia, económicamente hablando. Me centraré fundamentalmente en tres aspectos:

- Latifundios
- Empresas multimillonarias
- Dinero público para “la fiesta”

Latifundios: Hemos hablado de la cultura andaluza y de la falta de Soberanía Alimentaria como parte del ecologismo. Los latifundios, entre otras cosas, forman parte de este problema.

Andalucía, tópicamente, es sinónimo de latifundios y cortijos. Esto significa una opresión social, la típica de ricos y pobres. Pero también el latifundio es una realidad antiecológica, conforme hay enormes extensiones dedicadas sólo a sembrar pastos para estos toros, mientras importamos productos (alimenticios, algodón, etc.) de otros lugares tercermundistas, quitando tierras de labor a territorios de por sí oprimidos, y quitándonos la posibilidad de cultivar nuestra propia comida. Sin contar el coste, monetario y ecológico, del transporte de dichos productos venideros de otros continentes.

Empresas multimillonarias: El argumento de muchos taurinos es la falacia de que la tauromaquia da muchos empleos y riqueza. Sin embargo, ni da tantos empleos, ni están tan bien remunerados, ni la riqueza va a parar a los bolsillos del pueblo llano. La realidad es que se trata de empresas multimillonarias, en ocasiones multinacionales, las que disfrutan de los beneficios que dan estas masacres: Desde los toreros que luego salen en los programas basura de TV, hasta los que no salen en la tele, dueños de las fincas, los toros, las plazas…


Dinero público para “la fiesta”: De lo dicho anteriormente, muchos de los supuestos beneficios que da la fiesta vienen de parte del propio gobierno español, andaluz, provincial o local. Ya sea en forma de subvenciones millonarias, los miles de euros que se gasta la TV pública (y por tanto de todos y todas) en emitir en horario infantil la masacre de estos animales, o incluso comprando ayuntamientos, diputación y Junta de Andalucía una buena parte de las entradas, para regalarlas a “la creme de la creme” de esta injusta sociedad.

ACABAR CON LA TAUROMAQUIA COMO PRINCIPIO DEL FIN DEL MALTRATO ANIMAL

Estas tres pinceladas que he mostrado, en los planos ecológico, cultural y económico, complementan la razón fundamental humana, que nos llama a acabar con las barbaries del pasado (esclavismo, racismo, sexismo o maltrato animal, entre tantos ejemplos). Nuestra reivindicación debe basarse en que buscamos una sociedad más justa y eso no se puede conseguir si nos anclamos en unas anquilosadas costumbres que hace dos siglos ya se intentaron abolir, en nombre del progreso, si nos remitimos al Estatuto de Bayona de 1808, en el que ya José Bonaparte en el trono español declarara estas fiestas como bárbaras y las prohibiera constitucionalmente. Recapitulando, tras la abolición, que más tarde o más temprano conseguiremos, deben llegar otras luchas en pro de conseguir un mundo más justo, tanto con los animales como con las mismas personas.


Por estas razones, y muchas más:


¡ANDALUCÍA ANTITAURINA!


¡VIVA ANDALUCÍA LIBRE DE MALTRATO ANIMAL!

F. J. R. León
15/10/10