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martes, 25 de octubre de 2011

Ya disponible la página de textos formativos "CREANDO PUEBLO"

CREANDO PUEBLO es una página web creada por la Organización Juvenil Independentista Andaluza jaleo!!!, y pretende ser un referente cultural en la formación de cualquier persona de izquierda y revolucionaria que pretenda formarse.

Dentro de la página encontramos dos partes:

La primera, con obras escritas de numerosos revolucionarios (comunistas, anarquistas, nacionalistas, feministas, ecologistas, etc.), así como textos de organizaciones políticas que pueden servir para la formación.

La segunda, es una recopilación de documentales de numerosa temática y que pueden ser vistos o descargados.

Desde que desapareció la página "Textos Socialistas", este blog ha estado huérfano de un referente cultural concreto. Con el siguiente enlace se llena este vacío:

http://creandopueblo.wordpress.com/

jueves, 7 de abril de 2011

(Vídeo) La otra Andalucía: La reivindicativa

La otra Andalucía: La reivindicativa, la combativa, la de la nacionalidad

Con este vídeo pretendo que se haga memoria histórica de lo que fue y lo que ha sido. La autonomía de hoy en día es completamente insuficiente. Seguimos totalmente subyugados a las decisiones que en Madrid se tomen, llevamos 30 años de caciquismo del PSOE, con un 30% de paro y la gente sigue en su casa.

Necesitamos hoy más que nunca la Autonomía Plena: Los y las andaluces/zas queremos decidir nuestro futuro, y que no se decida en los despachos de la burguesía, sea en Madrid o en Bruselas.

Como se vería en carteles de la época: Por un Poder Popular Andaluz

martes, 4 de enero de 2011

El carlismo y la unidad de España

Se nos trata de presentar en la Historia al carlismo como lo retrógrado, la vuelta al pasado, el absolutismo, la lucha contra las libertades. En el otro extremo, en pro de la libertad, se encuentra la sangre fernandina de Isabel II, aliada con sectores del liberalismo.

En primer lugar deberíamos dejar claro que esta lucha de poder entre un monarca y otra no es la que nos ocupará en este texto, pues ambos son enemigos de la libertad y de la clase trabajadora, y quien lo niegue haga el favor de leer y debatir un poco más. Sin embargo, las capas sociales que apoyaban a ambos tiranos resulta tan interesante, paradójico y tan poco concordante con la visión general que se nos da en la actualidad, que me pararé un poco a describirlo.

Hablamos de la primera mitad del siglo XIX, en los años ’30 Fernando VII, “el deseado”, empieza a enfermar y entra en disputa la ansiada corona. Dos buitres a su alrededor: Su hermano, Carlos, y la hija del rey, Isabel, apoyada por su madre, María Cristina. ¿Quién es más legítimo para ocupar el trono? Ninguno, por supuesto. Pero ellos deben defender el sistema monárquico y expondrán sus motivos. Si de algo horrendo se puede tildar a la monarquía es de patriarcal, sin duda. Y ahí está el dilema: ¿Cómo gobernar una mujer en el reino de España? Un punto en contra de Carlos, en la visión de hoy en día, en la que tan de moda que está el feminismo oportunista (ir contra los velos, en vez de contra los “moros”, está mejor visto por la pandilla de hipócritas que se avergüenzan, menos mal, de mostrar su cara más xenófoba). Por tanto la historiografía actual mostrará, haciendo un anacronismo, a los carlistas como los machistas, dentro de este lado retrógrado, y a los isabelinos, si no como feministas, como un avance hacia el feminismo. Siempre he dudado que la opresión, sea cual sea, pudiera ser un avance hacia el feminismo (ya sea que una mujer reine o que las mujeres “pudieran” hacer el servicio militar), pero este no es el tema que nos atañe ahora. Hay un punto que ha quedado claro: El carlismo es una vuelta atrás, retrógrada, MACHISTA. Y la causa isabelina es un paso hacia adelante.

Por otra parte, el carlismo se nos presenta como una “vuelta al absolutismo”, frente al isabelismo, que sería un paso hacia adelante, de nuevo. Un paso hacia el liberalismo. Aunque así fuera, teniendo en cuenta que ni siquiera se optaba en esa época por una democracia burguesa, sino por un gobierno de la élite, plutocracia pura, con un sufragio censitario de no más del 5% de la población, el paso de una opresión feudal a una opresión burguesa-aristocrática a la inmensa mayoría del Pueblo no le atañía. Sin embargo así nos lo hacen creer. Pero ni tan siquiera fue así. Aunque el carlismo se fundamentaba en las palabras “Dios, Patria, Rey”, muchos historiadores han considerado “Fueros” como una premisa “sine qua non” del carlismo. Alguna vez vi escrito, incluso, en libros de textos, “Dios, Patria, Rey, Fueros”. ¿Y qué ofrecía Isabel II? Una única religión, y una patria española unida y centralizada, bajo la figura fuerte de un monarca. ¿Dónde está la diferencia? Y aquí está la clave: Isabel no tenía apenas apoyos entre la aristocracia, por lo que decidió apoyarse en los liberales, haciendo algunas concesiones SIEMPRE bajo el centralismo que caracterizó a los borbones. Esto hizo a una serie de historiadores oportunistas simbolizar a Isabel como un paso más al liberalismo, y la Historia la escriben los vencedores. Sin embargo, claramente se ve que el carlismo estuvo apoyado también entre unos pocos liberales, aunque esto se saca menos a relucir. Es más, aunque con el carlismo, sin duda, se afianzaba la unidad de España tanto como con Isabel, la inmensa mayoría de quienes apoyaban al carlismo, y si miramos un mapa se verá dónde triunfó, fueron foralistas: de las provincias vascas y el reino de Navarra, de Aragón, Cataluña, Valencia… y donde tuvo una importancia menor, pero un peso considerable, también se tuvieron muy en cuenta los fueros: Galicia, Asturias, y puntos de la meseta y de Andalucía. Por tanto, quienes apoyaban al rey Carlos apoyaban, sin más, un “mal menor”. Tendrían al rey impuesto, sin duda; Pero el respeto a los fueros eximía a los habitantes de dichos reinos llevar a cabo leyes que no aprobaran en sus órganos de decisión. Es decir, se respetaba su autonomía hasta el punto de que podían tener sus propias leyes.

Recapitulando: Quienes apoyaban a Isabel eran sectores de la burguesía y la aristocracia que preferían un centralismo, con auge de liberales, y quienes apoyaban a Carlos eran aristócratas y burgueses que no querían un centralismo, sino una España foral.

Siendo los dos igual de opresores, debemos sin embargo hacer una distinción: El liberalismo requería una España unida para llevar a cabo sus planes del “Estado-nación”. Y a los Estados imperiales (recordemos que hasta hacía veinte años España había sido uno de los grandes y en esos momentos seguían teniendo territorios en África, América y Asia) les convenía que el Estado-nación de España saliera adelante. Prueba de ello es que la Cuádruple Alianza, formada por Francia, Gran Bretaña, Portugal y España, apoyó al bando de Isabel.

¡Hace 170 años, y ya entonces el liberalismo y el imperialismo apoyaban, como hoy, la unidad de España!

Redundemos en que “Los vencedores son quienes escriben la Historia”, y tendremos el resultado de cómo hoy en día se ve al carlismo de la primera mitad del siglo XIX tal y como si fueran los carlistas de hoy en día: retrógrados, obsoletos, desfasados, absolutistas… y cómo se ve a la causa isabelina como si fuera la legítima causa española, y avance en derechos, democracia, feminismo… ¿Es que mis colegas historiadores no se dan cuenta de este error? ¿Cómo siguen reproduciéndolo constantemente?

Como reflexión final sólo queda una lectura: Se oculta, intencionadamente o no, la verdadera lucha entre el españolismo y la autonomía de los países sometidos por el centralismo borbónico, llevándolo hacia una falsa lucha entre liberales y absolutistas, el progreso y lo obsoleto. Pero sólo si comprendemos nuestra verdadera Historia, si la analizamos y la aprendemos no sólo como nos la cuentan, sino investigándola de forma exhaustiva y científicamente, sólo entonces, podremos comprender el presente y afrontar una estrategia para el futuro.
F. J. R. León
Diciembre 2010

sábado, 27 de noviembre de 2010

La juventud y la lucha hoy

“Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro”
“La arcilla fundamental de nuestra obra revolucionaria es la juventud”
Ernesto “Ché” Guevara


Lejos quedan aquellos días mitificados de Mayo de 1968. Lejos quedan los días de los cuadros de Mao colgados en la pared. Más lejos aún queda, en un rincón de nuestras consciencias, aquello que supuso el primer Estado obrero duradero en el tiempo, pese a que hagan veinte años de su descomposición. Ya no se escuchan los ecos de la juventud gritando frases del “Ché” Guevara. La juventud está en un estado de letargo y nos toca ser pacientes. O al menos así parece. Así lo quieren que sea quienes escriben la Historia. No quedan tan lejos las obras de la juventud de izquierda en los años ‘60 y ‘70 en el Estado español. Aún están presentes los 4 de Diciembre y aún siguen vivos sus protagonistas: El Pueblo andaluz. Aún así, un sector importante de la juventud no lucha contra lo establecido, que de primeras ya sabe que está podrido.

¿Y qué culpa tiene la juventud de ello? Perdonadme que haga en un paréntesis una explicación, grosso modo, de lo que ha pasado en los últimos 40 años:

Aquellos jóvenes del ‘68, aquellos jóvenes que prometían libertad y justicia en el año ’77… esos que tanto salen ahora en la televisión como salvadores de los derechos y creadores de la democracia, son esos viejos carcas que hoy en día te quitan libertades y te mantienen en una dictadura. La gran prueba que me convence me toca directamente, está en Palma del Río. En los años ’70 Palma del Río era un pueblo revolucionario. Había mucha gente organizada y que creía en lo que hacían. CC.OO., SOC, CNT… varios sindicatos revolucionarios que luchaban contra un mismo enemigo: EL PODER. Tanto fue así, que a este pueblo lo llamaron desde fuera “LA RUSIA CHICA”. Al barrio donde crecí, en concreto, lo llamaban los palmeños “el telón de acero”. Estas historias me las cuentan personas mayores de allí. Otra generación, sin duda. Aquellos que luchaban por unos ideales… hasta que les traicionaron.

En cuanto ganaron las elecciones el PSOE, junto al PCE, el pueblo vivía en júbilo: YA ERAN LIBRES. YA VIVÍAN EN DEMOCRACIA. CC.OO. se convirtió en mayoritario, junto a UGT, como en muchos pueblos de Andalucía, donde la estela del SOC no brilló lo suficiente. De pronto se veía cómo el gobierno del PSOE, tanto a nivel estatal, autonómico y local, iba tomando posiciones que para nada era lo que habían prometido. Empezando por la Autonomía de Andalucía, la maldita reforma agraria, la OTAN… y el PCE no se quedaba atrás: Aparte de que pudiera ser más “ala izquierda del PSOE” o más crítico con este, su gran poder, que estaba en Comisiones Obreras, no era el ente revolucionario que debía ser. En mi pueblo, de hecho, llegan aún las voces de cómo CC.OO. boicoteaba las acciones del SOC, de CNT… ¡¿Cómo podía ser eso?! Pues sí. CNT y SOC desaparecieron de mi pueblo, y mucha gente válida se desvinculó de CC.OO. Cuando me lo contaban, admito que me costaba creérmelo del todo. Hasta que lo vi con mis propios ojos en la “Huelga de la Naranja” de 2009. De nuevo surge el SAT en Palma (influenciados por la reputación SOC), vista la necesidad de una huelga en el sector de la naranja, y de nuevo CC.OO intenta boicotear. Sin embargo les salió el tiro por la culata: 6.000 manifestantes en un pueblo de 20.000 habitantes, y el descrédito total a CC.OO. y… en unos meses veremos la repercusión que para IU-PCE en mi pueblo tienen estos hechos.
En definitiva, Ahí está la desmovilización provocada en los años ’80: Los socialistas no eran socialistas, los comunistas no eran tan comunistas, y los sindicatos no eran tan obreros y de clase. En los años ’90, para colmo, cayó el muro de Berlín y con golpes de Estado cayó la URSS. Una ola de depresión atacó a las masas de Andalucía (y Europa), desvinculándose del comunismo casi por completo, con honrosas excepciones, como se suele decir. Y es lógico. Viéndolo desde la óptica general del pueblo: Los “comunistas” (o los mayoritarios de estos, el PCE) no son lo que prometen. Los socialistas dejaron hace tiempo de servir los intereses de clase, aunque les vote para que no salga el PP en las elecciones (que simboliza, de una forma u otra, la vuelta al franquismo). Y para colmo no hay un referente cercano (pues Cuba parecía derrumbarse) que me diga que el comunismo funciona. Todo es una mentira, exceptuando a grupos minoritarios que pudieran ser vistos (al igual que hoy) como una minoría “idealista” (en el sentido de ideales) y que está lejos de la realidad: “El comunismo está bien en teoría, pero en la práctica es imposible” ¿Quién no ha escuchado eso alguna vez?

Y al fin llegamos a la actualidad. Recordemos que lo apuntado más arriba no ha sido un hecho puntual, sino muy al contrario ha sido una constante bofetada en la cara durante treinta años y que ha calado en lo más hondo de la sociedad. La juventud no es tonta, y sabe que lo que hay es, sin embellecer el texto, “una mierda”. Sin embargo ve cómo los mayores no se mueven, y cómo les dicen constantemente que en cuanto puedan, esos “politicuchos” cambiarán de ideas, se llenarán los bolsillos y les dará igual el pueblo. ¡Pues claro! ¡Si es sencillamente lo que han visto en sus vidas! Liberados de CC.OO. que sólo se mueven cuando quedan demasiado en evidencia. Ayuntamientos del PCE-IU que son tan de derechas como el PP. Alcaldes “de izquierda” con caserones. PSOE que reprime tanto o más que el PP (ya sabéis, esos antiguos franquistas). Sin embargo esta visión es demasiado parcial.

La sociedad, que no es estática, siempre está cambiando (como todo en esta vida). Y dentro de unos años recogeremos lo que sembremos hoy en día. Estos mensajes que se mandan a la juventud con tono derrotista, intentan cegarnos para que no podamos ver LA GRAN REALIDAD de que si luchas por el cambio, habrá cambio. Eso es así pues la Historia no miente, está escrita en libros.

Sin embargo, la juventud del año 2010 que, como dije antes, no es tonta, en los sitios donde hay lucha, siguen la estela de sus mayores (los pueblos del SOC son un gran ejemplo). Y donde no hay una férrea tradición de lucha, cada vez es más normal encontrarte a gente dispuesta a militar en organizaciones como jaleo!!!, que no hay año que pase sin que crezca en número de militantes, asambleas y organización interna. En estos últimos años, la juventud está tomando las riendas del MLNA (en muchos casos personalizada en jaleo!!!). Al fin llena el espíritu de personas mayores que hace diez años podrían ver sólo oscuridad al horizonte revolucionario. Hoy en ese horizonte hay, sin duda, una luz que cada vez crece más, como si de un sol amaneciendo se tratara. Hoy en día la juventud necesita ejemplo, y los menos jóvenes necesitan ver que su lucha hace camino al andar, que cunde el ejemplo.

Por tanto no puedo despedirme sin hacer un llamamiento a la Juventud Andaluza:

Jóvenes andaluzas, andaluces: No os diré que sigáis la estela de las luchas en Gran Bretaña o Italia contra Bolonia que hoy en día sacan a decenas de miles de personas a la calle. Tampoco os diré que sigáis la estela de hace cuarenta años. Os sugiero, ni más ni menos, que seáis la estela revolucionaria que haga despertar de su letargo al Pueblo andaluz. Que seáis, como naturalmente debe ser, el futuro que hoy nos toca construir. Que marquéis vuestro propio camino, netamente andaluz y claramente revolucionario, hacia un futuro más digno. La lucha es necesaria, y necesita organización para triunfar.

SÓLO OS PIDO, JUVENTUD, QUE HAGAIS LO QUE LA RAZÓN OS PIDE: SER FUTURO.

domingo, 31 de octubre de 2010

La legitimidad del constitucionalismo español y la lucha contra España

Hace doscientos años se reunieron en Cádiz las Cortes Españolas, un grupo de lo que llamaron “gentes notables de España”, legitimados por la Junta Central Suprema, que fue una creación en la que la burguesía y elementos de la aristocracia, tanto laica como clerical, para llenar el vacío de poder que había entre un infructuoso gobierno designado por el rey y el príncipe que abdicaron, Carlos IV y Fernando VII respectivamente. Este acto es visto por numerosos historiadores como un golpe de Estado de los liberales frente al inmovilismo aristocrático. Más que un golpe de Estado, pues no había autoridad, se llenó el vacío de poder que existía en la España borbónica, una vez que este enfrentamiento civil, entre españoles favorables al monarca Bonaparte (y sus muchos soldados franceses), los liberales y los que pretendían seguir con el ya arcaico Antiguo Régimen.

El tema de lo que llaman “Guerra de la Independencia (1808-1814)” es demasiado complejo como para empezar a describir situaciones sin dar las consiguientes explicaciones. Desde luego no fue simplemente una “Guerra”, y no fue, ni mucho menos, la “Independencia” lo que se buscaba, lo que se logró, ni lo que significó históricamente. Sin embargo aceptaremos estos términos, así como otros tantos, para no irnos por las ramas ya que este artículo pretende aportar hacia el conocimiento de la razón de existir de este constitucionalismo español, la necesidad que tiene de un monarca autoritario (o “caudillo”, como en buena parte del Siglo XX).

Empezábamos recordando que hace doscientos años se reunieron una serie de burgueses, alto clero y aristócratas para crear lo que es conocida como la primera Constitución española: La CONSTITUCIÓN DE 1812, la Pepa, la de Cádiz. El pilar básico del constitucionalismo español, como oiremos cientos de veces en la televisión, radio y prensa escrita del Régimen que, doscientos años después, ha sido y sigue siendo borbónico con anecdóticas excepciones. Profesores y doctores en Historia no cesan en su empeño de ver en esta constitución como el pilar básico del constitucionalismo español y, por ende, de la supervivencia del Estado-Nación de España. Y no les falta razón, como veremos adelante. Aunque… por mucho que les duela a algunos, no fue la primera constitución española, ya que el Estatuto de Bayona es cuatro años más antiguo.

Pero recapitulando, estos “representantes de la nación española” como se autoproclamaron, no estaban legitimados por nada. Estos eufemísticamente llamados “románticos” y “patriotas españoles” no eran otra cosa que unos “monarcas en funciones”, y a las mismas Cortes se les trataba como majestad. Estos burgueses y aristócratas no fueron electos por el pueblo o los diferentes territorios del reino borbónico (América incluida) y su fin era reinar hasta que volviera el Borbón, ese “deseado” Fernando VII. No representan a nadie, nada más que a ellos mismos y al Borbón. Eso se demuestra cuando comprobamos que, efectivamente, en 1814 vuelve el que abdicó con tanta felicidad y, con una palabra suya y el “Manifiesto de los persas” se derrumba todo lo que han creado estos constitucionalistas en cuatro años. Desde luego, sirvieron muy bien al Borbón.

Y comienza aquí el periplo del constitucionalismo español, con un rasgo característico: Hasta que no tuvo el apoyo de monarcas, no existieron estas cartas magnas. Solamente usando el vacío de poder en algún momento dado (y utilizándolo para oprimir) se ha podido establecer un sistema constitucionalista sin monarcas, y no precisamente con el apoyo del pueblo llano, sino de la burguesía y partes del clero y la aristocracia. Por decirlo en términos burgueses, en un sistema burgués español, el poder legislativo no tuvo (ni tiene hoy en día) al ejecutivo de su parte si no tiene una autoridad monárquica fuerte, exceptuando el vacío de poder en momentos puntuales como son las dos repúblicas y esta mencionada “Guerra de la Independencia”, que a su vez han servido para fortalecer a España en estos momentos frágiles.

La I República española sólo fue posible tras la debacle monárquica a la que se llegó con la llegada y marcha forzada de Amadeo I de Saboya. Tras esa llamada “Gloriosa”, que consiguió, entre otros méritos (para la burguesía y aristocracia españolistas) la victoria ante la revolución andaluza (que, el 4 de diciembre de 1868, se alzó y llevó a cabo una revolución que pretendía la libertad del pueblo andaluz, y que tuvo actividad casi en toda Andalucía hasta bien entrado 1869). Poco después de esta derrota andaluza, llegó al trono español Amadeo I, sin embargo el caos imperante hizo imposible su gobierno. Este vacío de poder, y la poca confianza que depositaba el monarca de Saboya, dieron paso a la I República. Sin sangre, sin connotación de clase… sin cambiar ni siquiera la bandera como se hizo en la II República. Tan rápido como vino, se fue, y sin muchos tumultos se dio un golpe de mano para que Alfonso XII llegara al trono, una vez que esta república tomó tintes liberalistas hacia la libre decisión de los pueblos (con constitución cantonal andaluza incluida).

Con la restitución de los Borbones se afianzó un sistema burgués que duró varias décadas sin apenas quiebras, un sistema bipartidista en el que dos monigotes se turnaban en el poder bajo el amparo del rey (y una constitución monárquica, por supuesto) y que acallaron todas las revoluciones salidas del Pueblo (excepto la de la Independencia cubana). Sólo mediante la subversión de agentes revolucionarios (destacando la labor de anarquistas) se consiguió debilitar al poder turnista, haciendo necesaria la aparición de un caudillo militar, Primo de Rivera, que llevó a cabo su dictadura con el beneplácito de, entre otros, el PSOE.

Sin embargo cuando esta dictadura perdió apoyos, tanto populares como burgueses, se derrumbó y, de nuevo ese vacío de poder, llevó a la II República. Una República que en su constitución, y a petición de Alcalá-Zamora, se denominó “de trabajadores DE TODAS LAS CLASES”. Si bien es de reconocer que en la II República española hubo un avance democrático, en educación y otros aspectos, sin duda los Pueblos que pretendían su libertad fueron acallados brutalmente con las armas. Y me refiero a las masacres de Casas Viejas o Gilena, entre otros en Andalucía (mientras estaba de presidente español el considerado “progresista” Azaña), así como la Revolución de Asturies en 1934, Independencia catalana del mismo año, etc., pasando por falsas promesas como la Reforma Agraria, que recuerdan a la traición que sufrimos los andaluces 50 años después con el PSOE en 1984. De nuevo, como vemos, este vacío de poder se hizo república para volver a legitimar a la burguesía y acallar a los pueblos y la clase trabajadora. Pero como el deseo de libertad de los pueblos no se puede acallar, tanto Cataluña como Euskadi y Galicia llegaron a conseguir sus estatutos de autonomía, y Andalucía estaba en proyecto de tener el suyo propio. Así el Estado iba desquebrajándose cada vez más. Fue después del triunfo del Frente Popular cuando la burguesía española usó al fascismo para acallar las voces de libertad (republicanos de izquierda, anarquistas, soberanistas…) y sumieron a los pueblos del Estado en una dictadura militar, con un caudillo a la cabeza, del cual hoy en día sufrimos al sucesor, Borbón de nuevo, y la bien sabida represión, en todos los sentidos, y con una España que empieza a desquebrajarse, con todo lo que ello conlleva.

Por tanto, visto lo visto, hay que considerar al poder monárquico español como un pilar en la ideología nacionalista española. Pero tengamos en cuenta: Un pilar que, en el caso de que faltara, sería suplido por la burguesía, ya sea en forma de caudillo o de una república que acalle unas cuantas voces para seguir oprimiendo a otras. Es por tanto lógico pensar que el españolismo es naturalmente reaccionario y conservador, y la lucha a llevar a cabo, para quienes pretendemos la libertad del ser humano (acabar con la opresión del hombre por el hombre) es la misma que deben llevar a cabo por la libertad de los Pueblos oprimidos: El Soberanismo Andaluz, en nuestro caso, y la lucha por una República Popular Andaluza.

F. J. R. León
Andalucía, 31/10/10

viernes, 2 de julio de 2010

El mito de la conquista musulmana en la Península Ibérica

Este texto lo escribí en septiembre pasado, mientras estudiaba para la asignatura de "Al-Andalus" en la universidad (la aprobé, jaja). Quizás parece un poco largo, pero pienso que era necesario hacerlo así para dejar una más sólida opinión sobre el tema. Merece la pena leerlo, en mi opinión. Os dejo con el texto.


Hoy en día pocas personas dudan que los musulmanes fueran invasores en la Península Ibérica, mientras que los visigodos, tan cristianos y españoles éstos, se defendieron y, una vez ganada la batalla de Covadonga por el magnánimo godo Pelayo, comenzaron la reconquista por la cristiandad y por la patria española.


Pocas personas dudan también que esa “reconquista” es totalmente legítima, pues se expulsó al invasor, y buena para el pueblo, liberado de los “moros”.


Sin embargo no deja de sorprenderme cada vez que leo textos de la época o veo datos de los historiadores sobre esa época. ¿Qué invasión? Si no hubiera habido invasión, ¿Cómo entonces hablar de una “re-conquista”? Y si pensáramos que hubiera ocurrido tal invasión, ¿Esa guerra podría llamarse “re-conquista”, a pesar de que en algunos sitios estuvieron más de 8 siglos dichos musulmanes (y no musulmanes)? Es decir, que un niño, Muhammad, nació en Granada en 1485, su padre también nació allí, al igual que su abuelo, y su bisabuelo… y tantas generaciones. Y todo esto, obviando el hecho de que ni si quiera se sabe si Pelayo y los que empezaron la conquista hacia el sur, fueran godos [1], así como olvidando también que los que vinieron fueron una mínima parte de la población, habiendo más una reconversión cultural, política y social que una “invasión” de factores externos.


Ni si quiera se paran a pensar la inmensa mayoría de editoriales, libros de historia para que niños o jóvenes la estudien en colegios e institutos, incluso universidades, que España no existía en estas fechas, ni hasta mucho después. O que dicha “re-conquista”, con supuestos motivos religiosos, no fuera practicada por la misma religión que supuestamente fue conquistada (si Pelayo fuera visigodo, era arriano (hereje) y no católico. Si era astur, era pagano).


Pero yendo más lejos aún, esa “re-conquista” no sólo fue un cambio de políticos en el poder, sino que supuso el exilio de miles de personas, la muerte de otros tantos miles, la opresión de un pueblo musulmán, así como de un pueblo judío respecto a sus costumbres, creencias, cultura, lengua o modo de organizarse. ¿Está justificado?


Con motivo, no lo niego, de infundar la duda en el/la lector/a, he redactado este inicio y ahora me propongo a hacer una breve síntesis de lo que, a mi parecer, y al parecer de otros muchos historiadores, ocurrió en la península a partir del año 711.


Así, anterior a la llegada musulmana (ya no hablaré de invasión) nos encontramos con una guerra civil dentro de la cúpula visigoda entre los herederos de Witiza y el aspirante a gobernar, Rodric, “Don Rodrigo” para los defensores de la “España visigoda” y la “reconquista justificada”. Es curioso que a los hijos de Witiza y sus seguidores, en la historiografía general, los tratan como traidores y ayudantes de los musulmanes, cuando esta guerra civil existía de antes, siendo la entrada de los beréberes en 711, y un año más tarde de los árabes, en forma de aliados de una parte de los visigodos, enfrentados a Rodric. Además de los enfrentamientos entre visigodos, es notorio el mal dominio que tienen los godos en la zona peninsular. Ni controlaban toda la Península (vascones, navarros, astures, cántabros, galaicos… no se sometían a éstos), ni territorios supuestamente sometidos, en ocasiones, lo estaban tanto. Además, hay que resaltar que los judíos, reprimidos fuertemente por los godos, y hechos esclavos en muchas ocasiones, ayudaron al derrocamiento del régimen visigodo y a la entrada de musulmanes, siendo conscientes de que en el norte de África les había ido mejor con éstos. Teniendo en cuenta todos estos aspectos, el simplificar estos hechos a una guerra de “visigodos VS. musulmanes” parece, cuanto menos, risible.


Llegó el 711, y llegaron los beréberes al campo de Gibraltar, al mando de Tariq. La coalición entre beréberes y descendientes de Witiza ganó la batalla a Rodric, en la que al parecer murió este último.


Hay indicios de pactos entre los gobernadores de ciudades visigodas y los musulmanes, que luego cumplieron ambas partes. Así, en toda la Bética a penas se encontraron resistencia los musulmanes, tal y como en la costa mediterránea. Esto explica porqué sólo 9.000 soldados iniciales, y otros 3.000 más al año siguiente, pudieron controlar esa zona tan rápido.


Nos encontramos con que, para el año 713, en menos de 2 años, los musulmanes controlaban toda la Bética, parte de la Cartaginense, de la Lusitania y de la Tarraconensse (recordemos, con unos 12.000 soldados). Y es en esta fecha donde podemos encontrar la segunda batalla de las que se llaman “importantes”. Hablamos de la batalla de Emerita Augusta (Mérida). Sin tener una batalla en sí, tras 16 meses de asedio los seguidores de Rodrigo capitularon, consiguiendo mantener su religión, costumbres, gobierno, etc. pero reconociendo la autoridad de Musa, el jefe de las tropas musulmanas. La conquista de Zaragoza fue en 714, controlando la zona de Aragón rápidamente con ayuda de algunos gobernantes de la zona como los Banu Qasi o los Banu Sabrit. Seguidamente ensancharon la frontera haciéndose con León, Asturias, Logroño y otros territorios en la Lusitania.


Así, la frontera de la Península, debajo del Ebro, quedaba casi controlada por los nuevos gobernantes. Tras una pausa de 5 años de convulsiones internas, en 719 capitulan las ciudades de Pamplona, Barcelona y Huesca, quedando como último refugio para sus enemigos las montañas del Cantábrico.


Es aquí donde entra la figura de “Don Pelayo”. La historiografía tradicional, la justificadora de la matanza de tantos andalusíes, opresión de culturas, y fiel al españolismo, ha retratado a Pelayo como un héroe visigodo, resistente a la barbarie mora y quien empezó la reconquista. Es curioso que ni si quiera se llegue a dudar la existencia del enfrentamiento armado de Covadonga, cuando el primer texto que habla de ella se escribió dos siglos después: precisamente cuando empezaba a haber una idea de unión cristiana contra los musulmanes. Ahí fue donde empezó el mito de la reconquista. Los únicos datos existentes de la época, musulmanes, hablan de que sólo resistía un asno [2], Pelayo, seguido de 300 hombres. Y que tras un largo asedio, cuando sólo quedaban 30 hombres y 10 mujeres, se fueron los musulmanes porque “30 hombres nada pueden hacernos”. Nada hablan de batalla alguna. Ni si quiera es ahí donde se conforma el reino astur y el inicio de reconquista alguna, ni mucho menos. Fue en una disputa entre beréberes y árabes dominantes, cuando los nuevos colonos beréberes de la zona norte de la Península decidieron volver al Arrif, quedando esta zona vacía de poder. Ahí fue cuando se conformó el Estado astur, debido al vacío de poder en esos lugares.


Revisada de esta forma la historiografía tradicional, surge la pregunta de si esta penetración musulmana en la península fue simplemente la entrada de unos nuevos gobernantes y un cambio político, o una revolución social y cultural. Constatamos que la religión islámica era en la época más avanzada socialmente que la cristiana y ésta era la base de su organización política y social. Esto, unido a la cantidad de los problemas sociales y políticos vividos en la península, señalados anteriormente, hizo que en la mayoría de los casos, la llegada de la nueva cultura beréber-musulmana fue no sólo aceptada, sino bienvenida. No por religiosa, sino por liberadora de siglo y medio de desgobierno visigodo.


Como prueba del respeto musulmán a las culturas cristiana y judía, y de la aceptación de éstos a la dominación musulmana, constatamos que en los primeros años no hubo dominio musulmán de las zonas peninsulares, sino que éstos dominaban las principales ciudades y las rutas de comercio, siendo respetados por los nobles de cada zona. A la vez, podemos ver que hasta mediados del siglo X, durante el gobierno de Abd Al-Rahman III no hubo mayoría de musulmanes en Al-Andalus, demostrando así la nula imposición de una religión sobre otra y la convivencia de las tres culturas tan reconocidas.


No se me olvidará hablar de la conquista cristiana. De esa tan justificada “re-conquista”, liberadora del “pueblo español”. Deberíamos empezar viendo las cronologías: Si la llegada musulmana se consolidó en una década, y sin a penas batallas reseñables, la conquista cristiana fue el resultado de siete siglos (desde el siglo IX hasta finales del siglo XV, con la fecha de 1492 con las capitulaciones de Granada). Pero no sólo lo extenso de la cronología, sino lo sangriento y cruel de estas guerras peninsulares, con su posterior represión y aculturación de la zona, prohibición de la aljamía, lengua andaluza, costumbres, religión, cultura, etc., hacen dudar si está justificada la conquista por parte de los reyes cristianos, y si es una proeza o no. Pongamos como ejemplo las matanzas indiscriminadas de Málaga o Almería, con miles de muertos en cada ciudad.


Para terminar, dentro de esta ristra de aclaraciones, también deberíamos hablar de que en los siglos de la llamada “reconquista” no hubo una disputa de cristianos contra musulmanes, sino que también habría numerosas guerras entre los reinos del norte peninsular, habiendo alianzas puntuales entre nobles andalusíes o incluso el Califa de Córdoba y los reyes o nobles cristianos. Mención aparte merecería el (supuesto) “gran patriota español y cristiano, el Cid”, que no fue sino un mercenario que a veces estuvo a favor de Castilla, otras a favor de los musulmanes. Quizás en otra ocasión hablemos de él.


Poniendo punto y final, espero con este texto haber, como mínimo, intrigado al lector/a sobre este tema, y haber mostrado otra visión de la formación de Al-Andalus, así como la llamada “reconquista”. Y que con ello investigue y ponga en duda no sólo esta parte de nuestra historia, tan manipulada por el poder dominante y una historiografía oficial que empieza a tener contradicciones y agujeros negros con sólo adentrarse mínimamente en ella.


Espero que algún día todos/as sepamos la historia de Andalucía tal cual fue, y no tal cual nos la intentan falsificar cada día.


F. J. R. León

Andalucía, 12 de septiembre de 2009

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[1]Aún se duda, objetivamente, si el tal Pelayo era visigodo o astur. Aunque sin duda existió y está constatado tanto en fuentes cristianas como musulmanas.

[2] Asno es como definieron en el texto a Pelayo, que nada tiene que ver con mi opinión personal.