El pedagogo soviético Antón
Makarenko nos da una pista de cómo o cuál es la educación socialista en su obra
“Poema Pedagógico”:
“En mi informe acerca de la disciplina, me había permitido poner en
duda el acierto de tesis que entonces eran generalmente aceptadas y que
afirmaban que el castigo no hace más que educar esclavos, que se debía dar
libre curso al espíritu creador del niño y, sobre todo, que era preciso hacer
hincapié en la autoorganización y en la autodisciplina. Me permití sostener el
punto de vista, para mí incuestionable, de que, mientras faltasen la tradición
y los hábitos elementales de trabajo y de vida, el educador tendría derecho a
la coerción, y no debía renunciar a usarla. También afirmé que era imposible
fundamentar toda la educación en el interés, que la educación del sentimiento
del deber se hallaba frecuentemente en contradicción con el interés del niño,
en particular con la forma con que él entiende este interés. A mi juicio, se
imponía la educación de un ser resistente y fuerte, capaz de ejecutar incluso
un trabajo desagradable y fastidioso si lo requerían los intereses de la
colectividad.
En suma, defendí la formación de una colectividad entusiasta, fuerte
y, si era preciso, severa. Y sólo en tal colectividad cifraba todas mis
esperanzas. Pero mis adversarios me arrojaban a la cara los axiomas de la
paidología y todo lo veían partiendo únicamente del niño.”
No le resultó fácil instaurar
este sistema educativo en la URSS, como es de prever. Otras tesis, abogando a
la libertad individual (por encima de cualquier otra libertad) o a la
autodisciplina, más cercanas al liberalismo quizás, se imponían ante la disciplina
dentro de la comunidad. Desde luego la disciplina tenemos que comprenderla y
asimilarla cada persona, pero el ente mediador de la sociedad es inevitable,
pues somos seres sociales. Esto quiere decir que una persona tiene libertad
hasta chocar con los intereses de la comunidad. Si los intereses de la mayoría,
esto es, la dictadura del proletariado, chocan con los intereses particulares
de cualquier persona o, en este caso, del educando, el niño debe adaptarse a
los intereses de la comunidad.
¿Qué habría pasado si el
heroico pueblo de Stalingrado, o los héroes de Chernóbil, hubieran puesto sus
intereses personales por encima de los intereses de la comunidad? Así también
podemos hablar de los elementos pro-fascistas de los años 30 en la URSS o los
traidores que, en contra de lo que decidió el pueblo, desmembraron la URSS hace
veinte años. Con los primeros, personas que apoyaban a la Alemania nazi dentro
de la URSS, se tuvo tanta tolerancia hasta el límite en que se puso en peligro
la propia existencia de la URSS, tras la invasión nazi y la Gran Guerra Patria.
En el último caso podemos ver a una serie de reformistas traidores, infiltrados
anticomunistas dentro del PCUS, incluso elementos como Mandel que optaron por
el Golpe de Estado contra la legítima Unión Soviética.
Igual que preguntaba qué
hubiera pasado sin la heroica defensa de Stalingrado, ¿Qué es hoy de estas
antiguas repúblicas soviéticas? ¿Y aquellos países de la Europa del Este? Esta
libertad de la minoría, los intereses de la minoría, superpuestos a los
intereses de la mayoría, han acabado por destrozar los avances socialistas,
hasta el punto de que veinte años después la mayoría, la clase obrera, vive en
niveles inferiores a los que vivía en el socialismo. Pero ya es tarde, mucho costará
que de nuevo vuelva el socialismo a aquellos países.
No querría que se cayera en el
simplismo y se creara un debate inexistente a partir de esta reflexión. Mi
enemigo no es un trotskista de por sí, un reformista o un libertario. Dentro
del Sindicato Andaluz, o en la militancia activa de la izquierda en Córdoba y
en Andalucía, me encuentro con personas dentro de estas características que
pueden considerarse camaradas o buenos militantes. Yo no voy a atacar a alguien
por creer en la Revolución Permanente o porque no le guste la opinión que Lenin
o Stalin tenían sobre la cuestión nacional. Cuestión distinta sería que se
atacara a la URSS o a la Revolución Soviética, o se manipularan palabras de
Marx, Engels o Lenin para atacar a la URSS, a Cuba o cualquier ideología
socialista. Ahí es donde debemos ser firmes. Es indudable que la URSS, Cuba o
la RPD de corea tengan sus problemas, sus fallos o sus carencias. Lo que no es
de recibo es tener que soportar cómo los tratan de tiranos, antidemocráticos o
capitalismo de estado, ojo, que aquí está el gran matiz, ¡con los mismos argumentos que los medios imperialistas!
Critícame a Libia desde un
punto de vista de clase, pero sin dar como hechos las falacias imperialistas.
Critica que Fidel estuviera 49 años al frente de la Revolución como un
personalismo. Es totalmente legítimo, y podré estar de acuerdo o no. Pero no lo
hagas con los argumentos de los Estados
Unidos. Háblame de la represión en la URSS, debatamos sobre ello. Pero no me
des los datos que los nazis ofrecieron al imperialismo estadounidense. Todo lo
demás, si utilizas argumentos del imperialismo, de la burguesía, será un ataque
como otro más a la clase obrera.
Tal y como en los años 20 del
siglo pasado, los comunistas tenemos la necesidad y el deber de educar a la
sociedad, pues las garras del imperialismo llegan hasta tales extremos de
impregnar su ideología, los intereses de la minoría, los intereses personales,
ante los intereses que el Partido Comunista debe promulgar, que son el interés
de la sociedad, de la mayoría.
Es por ello que la educación
socialista debe tener sus metas bien claras. Y con esto, pienso que una frase
de Fidel Castro podría resultarnos muy instructiva: DENTRO DE LA REVOLUCIÓN,
TODO. CONTRA LA REVOLUCIÓN, NADA.
Córdoba, 17/10/11 Fran J. R.
León
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