martes, 4 de enero de 2011

El carlismo y la unidad de España

Se nos trata de presentar en la Historia al carlismo como lo retrógrado, la vuelta al pasado, el absolutismo, la lucha contra las libertades. En el otro extremo, en pro de la libertad, se encuentra la sangre fernandina de Isabel II, aliada con sectores del liberalismo.

En primer lugar deberíamos dejar claro que esta lucha de poder entre un monarca y otra no es la que nos ocupará en este texto, pues ambos son enemigos de la libertad y de la clase trabajadora, y quien lo niegue haga el favor de leer y debatir un poco más. Sin embargo, las capas sociales que apoyaban a ambos tiranos resulta tan interesante, paradójico y tan poco concordante con la visión general que se nos da en la actualidad, que me pararé un poco a describirlo.

Hablamos de la primera mitad del siglo XIX, en los años ’30 Fernando VII, “el deseado”, empieza a enfermar y entra en disputa la ansiada corona. Dos buitres a su alrededor: Su hermano, Carlos, y la hija del rey, Isabel, apoyada por su madre, María Cristina. ¿Quién es más legítimo para ocupar el trono? Ninguno, por supuesto. Pero ellos deben defender el sistema monárquico y expondrán sus motivos. Si de algo horrendo se puede tildar a la monarquía es de patriarcal, sin duda. Y ahí está el dilema: ¿Cómo gobernar una mujer en el reino de España? Un punto en contra de Carlos, en la visión de hoy en día, en la que tan de moda que está el feminismo oportunista (ir contra los velos, en vez de contra los “moros”, está mejor visto por la pandilla de hipócritas que se avergüenzan, menos mal, de mostrar su cara más xenófoba). Por tanto la historiografía actual mostrará, haciendo un anacronismo, a los carlistas como los machistas, dentro de este lado retrógrado, y a los isabelinos, si no como feministas, como un avance hacia el feminismo. Siempre he dudado que la opresión, sea cual sea, pudiera ser un avance hacia el feminismo (ya sea que una mujer reine o que las mujeres “pudieran” hacer el servicio militar), pero este no es el tema que nos atañe ahora. Hay un punto que ha quedado claro: El carlismo es una vuelta atrás, retrógrada, MACHISTA. Y la causa isabelina es un paso hacia adelante.

Por otra parte, el carlismo se nos presenta como una “vuelta al absolutismo”, frente al isabelismo, que sería un paso hacia adelante, de nuevo. Un paso hacia el liberalismo. Aunque así fuera, teniendo en cuenta que ni siquiera se optaba en esa época por una democracia burguesa, sino por un gobierno de la élite, plutocracia pura, con un sufragio censitario de no más del 5% de la población, el paso de una opresión feudal a una opresión burguesa-aristocrática a la inmensa mayoría del Pueblo no le atañía. Sin embargo así nos lo hacen creer. Pero ni tan siquiera fue así. Aunque el carlismo se fundamentaba en las palabras “Dios, Patria, Rey”, muchos historiadores han considerado “Fueros” como una premisa “sine qua non” del carlismo. Alguna vez vi escrito, incluso, en libros de textos, “Dios, Patria, Rey, Fueros”. ¿Y qué ofrecía Isabel II? Una única religión, y una patria española unida y centralizada, bajo la figura fuerte de un monarca. ¿Dónde está la diferencia? Y aquí está la clave: Isabel no tenía apenas apoyos entre la aristocracia, por lo que decidió apoyarse en los liberales, haciendo algunas concesiones SIEMPRE bajo el centralismo que caracterizó a los borbones. Esto hizo a una serie de historiadores oportunistas simbolizar a Isabel como un paso más al liberalismo, y la Historia la escriben los vencedores. Sin embargo, claramente se ve que el carlismo estuvo apoyado también entre unos pocos liberales, aunque esto se saca menos a relucir. Es más, aunque con el carlismo, sin duda, se afianzaba la unidad de España tanto como con Isabel, la inmensa mayoría de quienes apoyaban al carlismo, y si miramos un mapa se verá dónde triunfó, fueron foralistas: de las provincias vascas y el reino de Navarra, de Aragón, Cataluña, Valencia… y donde tuvo una importancia menor, pero un peso considerable, también se tuvieron muy en cuenta los fueros: Galicia, Asturias, y puntos de la meseta y de Andalucía. Por tanto, quienes apoyaban al rey Carlos apoyaban, sin más, un “mal menor”. Tendrían al rey impuesto, sin duda; Pero el respeto a los fueros eximía a los habitantes de dichos reinos llevar a cabo leyes que no aprobaran en sus órganos de decisión. Es decir, se respetaba su autonomía hasta el punto de que podían tener sus propias leyes.

Recapitulando: Quienes apoyaban a Isabel eran sectores de la burguesía y la aristocracia que preferían un centralismo, con auge de liberales, y quienes apoyaban a Carlos eran aristócratas y burgueses que no querían un centralismo, sino una España foral.

Siendo los dos igual de opresores, debemos sin embargo hacer una distinción: El liberalismo requería una España unida para llevar a cabo sus planes del “Estado-nación”. Y a los Estados imperiales (recordemos que hasta hacía veinte años España había sido uno de los grandes y en esos momentos seguían teniendo territorios en África, América y Asia) les convenía que el Estado-nación de España saliera adelante. Prueba de ello es que la Cuádruple Alianza, formada por Francia, Gran Bretaña, Portugal y España, apoyó al bando de Isabel.

¡Hace 170 años, y ya entonces el liberalismo y el imperialismo apoyaban, como hoy, la unidad de España!

Redundemos en que “Los vencedores son quienes escriben la Historia”, y tendremos el resultado de cómo hoy en día se ve al carlismo de la primera mitad del siglo XIX tal y como si fueran los carlistas de hoy en día: retrógrados, obsoletos, desfasados, absolutistas… y cómo se ve a la causa isabelina como si fuera la legítima causa española, y avance en derechos, democracia, feminismo… ¿Es que mis colegas historiadores no se dan cuenta de este error? ¿Cómo siguen reproduciéndolo constantemente?

Como reflexión final sólo queda una lectura: Se oculta, intencionadamente o no, la verdadera lucha entre el españolismo y la autonomía de los países sometidos por el centralismo borbónico, llevándolo hacia una falsa lucha entre liberales y absolutistas, el progreso y lo obsoleto. Pero sólo si comprendemos nuestra verdadera Historia, si la analizamos y la aprendemos no sólo como nos la cuentan, sino investigándola de forma exhaustiva y científicamente, sólo entonces, podremos comprender el presente y afrontar una estrategia para el futuro.
F. J. R. León
Diciembre 2010

3 comentarios:

  1. http://partidocarlista.com/?page_id=91#_edn4

    Era la doctrina regionalista que em seduhïa. Encara que no la comprenia pas bé, portat per un intens amor a les coses de casa, presentia la reconstitució de nostra antiga nacionalitat i la resurrecció d’una federació espanyola com a única reparació de punyents injustícies i desastrosos errors polítics. Així concebia jo el carlisme, i així vaig acceptar-lo.

    Marià Vayreda, Records de la Darrera Carlinada, 1898

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  2. http://insurgenciacarlista.wordpress.com/2009/05/05/partido-carlista-de-andalucia-anteproyecto-de-bases-para-el-estatuto-andaluz-de-autonomia/

    DE LOS AÑOS 1970

    Anteproyecto de Bases para el Estatuto Andaluz de Autonomía.

    Partido Carlista de Andalucía.

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  3. El carlismo de hoy es FEDERALISMO-SOCIALISMO DE AUTOGESTION Y AUTODETERMINACION
    El filósofo y comunista francés Roger Garaudy afirmaba: “Advertía Marx, hace más de un siglo, que el carlismo era un movimiento de profundas raíces populares que luchaba, en nombre de las viejas libertades de los Fueros, contra la centralización burocrática y contra la integración en el sistema capitalista propugnado desde el extranjero. Ahí se ve, pues, cómo la historia del carlismo ha estado ligada a la evolución del socialismo español.”

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