viernes, 2 de julio de 2010

El mito de la conquista musulmana en la Península Ibérica

Este texto lo escribí en septiembre pasado, mientras estudiaba para la asignatura de "Al-Andalus" en la universidad (la aprobé, jaja). Quizás parece un poco largo, pero pienso que era necesario hacerlo así para dejar una más sólida opinión sobre el tema. Merece la pena leerlo, en mi opinión. Os dejo con el texto.


Hoy en día pocas personas dudan que los musulmanes fueran invasores en la Península Ibérica, mientras que los visigodos, tan cristianos y españoles éstos, se defendieron y, una vez ganada la batalla de Covadonga por el magnánimo godo Pelayo, comenzaron la reconquista por la cristiandad y por la patria española.


Pocas personas dudan también que esa “reconquista” es totalmente legítima, pues se expulsó al invasor, y buena para el pueblo, liberado de los “moros”.


Sin embargo no deja de sorprenderme cada vez que leo textos de la época o veo datos de los historiadores sobre esa época. ¿Qué invasión? Si no hubiera habido invasión, ¿Cómo entonces hablar de una “re-conquista”? Y si pensáramos que hubiera ocurrido tal invasión, ¿Esa guerra podría llamarse “re-conquista”, a pesar de que en algunos sitios estuvieron más de 8 siglos dichos musulmanes (y no musulmanes)? Es decir, que un niño, Muhammad, nació en Granada en 1485, su padre también nació allí, al igual que su abuelo, y su bisabuelo… y tantas generaciones. Y todo esto, obviando el hecho de que ni si quiera se sabe si Pelayo y los que empezaron la conquista hacia el sur, fueran godos [1], así como olvidando también que los que vinieron fueron una mínima parte de la población, habiendo más una reconversión cultural, política y social que una “invasión” de factores externos.


Ni si quiera se paran a pensar la inmensa mayoría de editoriales, libros de historia para que niños o jóvenes la estudien en colegios e institutos, incluso universidades, que España no existía en estas fechas, ni hasta mucho después. O que dicha “re-conquista”, con supuestos motivos religiosos, no fuera practicada por la misma religión que supuestamente fue conquistada (si Pelayo fuera visigodo, era arriano (hereje) y no católico. Si era astur, era pagano).


Pero yendo más lejos aún, esa “re-conquista” no sólo fue un cambio de políticos en el poder, sino que supuso el exilio de miles de personas, la muerte de otros tantos miles, la opresión de un pueblo musulmán, así como de un pueblo judío respecto a sus costumbres, creencias, cultura, lengua o modo de organizarse. ¿Está justificado?


Con motivo, no lo niego, de infundar la duda en el/la lector/a, he redactado este inicio y ahora me propongo a hacer una breve síntesis de lo que, a mi parecer, y al parecer de otros muchos historiadores, ocurrió en la península a partir del año 711.


Así, anterior a la llegada musulmana (ya no hablaré de invasión) nos encontramos con una guerra civil dentro de la cúpula visigoda entre los herederos de Witiza y el aspirante a gobernar, Rodric, “Don Rodrigo” para los defensores de la “España visigoda” y la “reconquista justificada”. Es curioso que a los hijos de Witiza y sus seguidores, en la historiografía general, los tratan como traidores y ayudantes de los musulmanes, cuando esta guerra civil existía de antes, siendo la entrada de los beréberes en 711, y un año más tarde de los árabes, en forma de aliados de una parte de los visigodos, enfrentados a Rodric. Además de los enfrentamientos entre visigodos, es notorio el mal dominio que tienen los godos en la zona peninsular. Ni controlaban toda la Península (vascones, navarros, astures, cántabros, galaicos… no se sometían a éstos), ni territorios supuestamente sometidos, en ocasiones, lo estaban tanto. Además, hay que resaltar que los judíos, reprimidos fuertemente por los godos, y hechos esclavos en muchas ocasiones, ayudaron al derrocamiento del régimen visigodo y a la entrada de musulmanes, siendo conscientes de que en el norte de África les había ido mejor con éstos. Teniendo en cuenta todos estos aspectos, el simplificar estos hechos a una guerra de “visigodos VS. musulmanes” parece, cuanto menos, risible.


Llegó el 711, y llegaron los beréberes al campo de Gibraltar, al mando de Tariq. La coalición entre beréberes y descendientes de Witiza ganó la batalla a Rodric, en la que al parecer murió este último.


Hay indicios de pactos entre los gobernadores de ciudades visigodas y los musulmanes, que luego cumplieron ambas partes. Así, en toda la Bética a penas se encontraron resistencia los musulmanes, tal y como en la costa mediterránea. Esto explica porqué sólo 9.000 soldados iniciales, y otros 3.000 más al año siguiente, pudieron controlar esa zona tan rápido.


Nos encontramos con que, para el año 713, en menos de 2 años, los musulmanes controlaban toda la Bética, parte de la Cartaginense, de la Lusitania y de la Tarraconensse (recordemos, con unos 12.000 soldados). Y es en esta fecha donde podemos encontrar la segunda batalla de las que se llaman “importantes”. Hablamos de la batalla de Emerita Augusta (Mérida). Sin tener una batalla en sí, tras 16 meses de asedio los seguidores de Rodrigo capitularon, consiguiendo mantener su religión, costumbres, gobierno, etc. pero reconociendo la autoridad de Musa, el jefe de las tropas musulmanas. La conquista de Zaragoza fue en 714, controlando la zona de Aragón rápidamente con ayuda de algunos gobernantes de la zona como los Banu Qasi o los Banu Sabrit. Seguidamente ensancharon la frontera haciéndose con León, Asturias, Logroño y otros territorios en la Lusitania.


Así, la frontera de la Península, debajo del Ebro, quedaba casi controlada por los nuevos gobernantes. Tras una pausa de 5 años de convulsiones internas, en 719 capitulan las ciudades de Pamplona, Barcelona y Huesca, quedando como último refugio para sus enemigos las montañas del Cantábrico.


Es aquí donde entra la figura de “Don Pelayo”. La historiografía tradicional, la justificadora de la matanza de tantos andalusíes, opresión de culturas, y fiel al españolismo, ha retratado a Pelayo como un héroe visigodo, resistente a la barbarie mora y quien empezó la reconquista. Es curioso que ni si quiera se llegue a dudar la existencia del enfrentamiento armado de Covadonga, cuando el primer texto que habla de ella se escribió dos siglos después: precisamente cuando empezaba a haber una idea de unión cristiana contra los musulmanes. Ahí fue donde empezó el mito de la reconquista. Los únicos datos existentes de la época, musulmanes, hablan de que sólo resistía un asno [2], Pelayo, seguido de 300 hombres. Y que tras un largo asedio, cuando sólo quedaban 30 hombres y 10 mujeres, se fueron los musulmanes porque “30 hombres nada pueden hacernos”. Nada hablan de batalla alguna. Ni si quiera es ahí donde se conforma el reino astur y el inicio de reconquista alguna, ni mucho menos. Fue en una disputa entre beréberes y árabes dominantes, cuando los nuevos colonos beréberes de la zona norte de la Península decidieron volver al Arrif, quedando esta zona vacía de poder. Ahí fue cuando se conformó el Estado astur, debido al vacío de poder en esos lugares.


Revisada de esta forma la historiografía tradicional, surge la pregunta de si esta penetración musulmana en la península fue simplemente la entrada de unos nuevos gobernantes y un cambio político, o una revolución social y cultural. Constatamos que la religión islámica era en la época más avanzada socialmente que la cristiana y ésta era la base de su organización política y social. Esto, unido a la cantidad de los problemas sociales y políticos vividos en la península, señalados anteriormente, hizo que en la mayoría de los casos, la llegada de la nueva cultura beréber-musulmana fue no sólo aceptada, sino bienvenida. No por religiosa, sino por liberadora de siglo y medio de desgobierno visigodo.


Como prueba del respeto musulmán a las culturas cristiana y judía, y de la aceptación de éstos a la dominación musulmana, constatamos que en los primeros años no hubo dominio musulmán de las zonas peninsulares, sino que éstos dominaban las principales ciudades y las rutas de comercio, siendo respetados por los nobles de cada zona. A la vez, podemos ver que hasta mediados del siglo X, durante el gobierno de Abd Al-Rahman III no hubo mayoría de musulmanes en Al-Andalus, demostrando así la nula imposición de una religión sobre otra y la convivencia de las tres culturas tan reconocidas.


No se me olvidará hablar de la conquista cristiana. De esa tan justificada “re-conquista”, liberadora del “pueblo español”. Deberíamos empezar viendo las cronologías: Si la llegada musulmana se consolidó en una década, y sin a penas batallas reseñables, la conquista cristiana fue el resultado de siete siglos (desde el siglo IX hasta finales del siglo XV, con la fecha de 1492 con las capitulaciones de Granada). Pero no sólo lo extenso de la cronología, sino lo sangriento y cruel de estas guerras peninsulares, con su posterior represión y aculturación de la zona, prohibición de la aljamía, lengua andaluza, costumbres, religión, cultura, etc., hacen dudar si está justificada la conquista por parte de los reyes cristianos, y si es una proeza o no. Pongamos como ejemplo las matanzas indiscriminadas de Málaga o Almería, con miles de muertos en cada ciudad.


Para terminar, dentro de esta ristra de aclaraciones, también deberíamos hablar de que en los siglos de la llamada “reconquista” no hubo una disputa de cristianos contra musulmanes, sino que también habría numerosas guerras entre los reinos del norte peninsular, habiendo alianzas puntuales entre nobles andalusíes o incluso el Califa de Córdoba y los reyes o nobles cristianos. Mención aparte merecería el (supuesto) “gran patriota español y cristiano, el Cid”, que no fue sino un mercenario que a veces estuvo a favor de Castilla, otras a favor de los musulmanes. Quizás en otra ocasión hablemos de él.


Poniendo punto y final, espero con este texto haber, como mínimo, intrigado al lector/a sobre este tema, y haber mostrado otra visión de la formación de Al-Andalus, así como la llamada “reconquista”. Y que con ello investigue y ponga en duda no sólo esta parte de nuestra historia, tan manipulada por el poder dominante y una historiografía oficial que empieza a tener contradicciones y agujeros negros con sólo adentrarse mínimamente en ella.


Espero que algún día todos/as sepamos la historia de Andalucía tal cual fue, y no tal cual nos la intentan falsificar cada día.


F. J. R. León

Andalucía, 12 de septiembre de 2009

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[1]Aún se duda, objetivamente, si el tal Pelayo era visigodo o astur. Aunque sin duda existió y está constatado tanto en fuentes cristianas como musulmanas.

[2] Asno es como definieron en el texto a Pelayo, que nada tiene que ver con mi opinión personal.

5 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo contigo ;), eso de la reconquista es un puto mito

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  2. Que otro historiador esté de acuerdo, me alegra de sobremanera.

    Salud, Ángel! Y gracias por el comentario.

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  3. Muy buen artículo! Lástima que lo haya encontrado 2 años después de la publicación.

    un saludo!

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  4. Ninguna lástima, compa, que pa eso está publicao, pa que perdure en el tiempo!!

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  5. Fran, no sé como contactarte porque no tengo tu mail, en mi blog hay un mail, escríbeme que tengo que proponerte un proyecto.

    un abrazo

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